Fecha
Del 5 de julio al 15 de septiembre de 2018.
Horario
Hasta el 20 de septiembre de 2018
“La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad”
“Estoy hablando sobre todo para esa gran parte de los hombres que está disconforme, y se queja perezosamente de la dureza
de su destino, o de los tiempos que les ha tocado vivir, cuando podrían mejorarlos.”
Walden – H.D.T
esperandoathoreaucom.wordpress.com
La exposición “Esperando a Thoreau: expresiones desobedientes” es una invitación a compartir inquietudes, vivencias y deseos de una generación de jóvenes atravesada por eso que se ha convenido en llamar crisis; sentimientos y experiencias materializados en discurso político a través de la obra artística de jóvenes comprometidos con su presente. El espíritu desobediente de Thoreau que vino a las plazas de mayo españolas en 2011 para quedarse, y está presente en la muestra mediante las obras de los ocho artistas participantes en la muestra que se presentó por primera vez en Madrid en 2016 : Abel Azcona, DosJotas, Marco Godoy, Núria Güell, Cristina Llanos, Daniel Mayrit, Daniela Ortiz y Beatriz Sánchez; a los que se suman desde Uruguay: Luciana Damiani y Fernando Foglino.
Artistas y obras que comparten una visión crítica e inconformista sobre la realidad social, incitando a una reflexión personal de quien las contempla acerca del modo de vida en que estamos inmersos.
Un trabajo que se revela esencialmente desobediente porque cuestiona la relación entre los individuos y las instituciones sociales y políticas que gestionan la vida. Sus proyectos artísticos indagan en las cláusulas no advertidas del contrato social, en aquello que damos por sentado y consideramos “natural” e inmutable.
La exposición es parte de una itinerancia AECID que comenzó en 2017 en Tegucigalpa,desarrollada con la colaboración de INJUVE, y que ha pasado por los Centros Culturales de España en Asunción y Santo Domingo antes de aterrizar en Montevideo.
Curaduría: Gerardo Silva Campanella (ES)
Artistas participantes:
Abel Azcona – Marco Godoy – Núria Güell –DosJotas –Cristina Llanos –Daniel Mayrit –
Daniela Ortiz –Beatriz Sánchez – Luciana Damiani – Fernando Foglino
Gerardo Silva Campanella (Madrid 1983)
Licenciado en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Se ha especializado en gestión cultural y escribe crónicas y crítica cultural. Como gestor, ha participado en la coordinación del Festival Eñe de Literatura en español, el Festival de Literatura Getafe Negro y el Festival Internacional de Fotografía y Artes Visuales, PhotoEspaña. Ha sido responsable del área de Formación y Desarrollo de la empresa de gestión cultural Factoría de Arte y Desarrollo; y también ha colaborado en la Feria de Arte Emergente Just Mad. Sus artículos han sido publicados en la revista digital The Way Out Magazine, de España, la revista cultural centroamericana Carátula y en el semanario Voces, de Uruguay. Premiado en 2015 con las Ayudas a la Creación Joven del Injuve para desarrollar esta exposición.
Una vida con principios
Lee los buenos libros primero. Lo más seguro es que no llegues a leerlos todos”
Henry David Thoreau (Concord, EEUU, 1817 – 1862) es considerado uno de los padres de la literatura estadounidense y de la desobediencia civil; sus ideas han sido precursoras de gran parte de los movimientos ecologistas y defensores de los derechos civiles del siglo XX, inspirando a líderes como Mahatma Gandhi o Martin Luther King.
Si el autor de Walden conociera hoy su legado, sin duda quedaría muy sorprendido. De sus obras y del testimonio vertido en sus Diarios, se deduce una personalidad tenaz, curiosa, pero al mismo tiempo vacía de ansias por pasar a la posteridad. Al contrario, era una persona comprometida con su tiempo, en todos los sentidos: vivía al día, y aunque despreciaba la agenda de los grandes medios comunicación y de la política institucional, se interesaba por los asuntos prácticos de la vida que afectaban a la comunidad.
Sus inquietudes sobre el modo en que se gestionan los recursos humanos y naturales, así como su firme oposición a la esclavitud y a la obediencia ciega a las instituciones, viene de lejos. Su madre fundó la Sociedad Femenina Antiesclavista de Concord (Massachusetts), y su padre era comerciante, constantemente en la búsqueda del negocio definitivo. Thoreau se graduó en la Universidad de Harvard y poco después conocería a quien sería su mentor y gran amigo, el filósofo trascendentalista Ralph W. Emerson. De este modo, incursionó en esta corriente filosófica y empezó a desarrollar su escritura. Fue el propio Emerson quien le cedió a Thoreau el terreno donde construiría la famosa cabaña a orillas del lago Walden, en la que vivió durante dos años, y de cuya experiencia nacería uno de los hitos de la literatura norteamericana.
Vivió toda su vida en su pueblo natal, aunque paradójicamente fue un gran explorador en las distancias cortas. Sus indagaciones lo llevaron a conocer muy bien los territorios cercanos y a la gente que los poblaba, dejando constancia de ello en ensayos de carácter ambientalista y antropológico.
A menudo, se describe erróneamente a Thoreau como una persona huraña e individualista, por sus críticas a la civilización de las apariencias y a la industrialización sin medida; sin embargo – aunque es cierto que no le atraían la sociedades convencionales -, su trabajo revela un espíritu comunitario en la realización del individuo, un alegato a favor de una transformación profunda de las conciencias, que sin duda daría lugar a una sociedad mejor.
No fue en un autor prolífico en lo que a obras acabadas se refiere, aunque nos dejara algunos de los ensayos políticos más influyentes en el pensamiento social posterior.
En 1848 pronunció una conferencia titulada Los derechos y deberes de los individuos en relación al gobierno civil y un año después publicó su ensayo Resistencia civil. En estos escritos se considera la legitimidad del poder político en un contexto democrático, sustentado por un gobierno representativo, que sin embargo toma decisiones injustas. El germen de esta conferencia es el enfrentamiento directo de Thoreau contra el Estado, debido al amparo de la esclavitud por parte del Gobierno y a la guerra imperialista contra México. El escritor cuestiona en esta disertación la relación entre el individuo y el Estado, poniendo en tela de juicio la autoridad de la ley cuando entra en conflicto con el criterio de justicia que dicta la moral.
En suma, Henry David Thoreau no era un teórico, un académico o un soñador. Más bien encarnó una filosofía de la praxis permanente, de la cotidianidad; fue profesor, agrimensor, naturalista, fabricante de lápices y revolucionario. Sin duda, un desobediente.
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