“¿Es un hecho… que, por medio de la electricidad, el mundo

de la materia se ha convertido en un gran nervio, vibrando a

miles de kilómetros en una milésima de segundo? ¡Más

bien, el globo redondo es una vasta cabeza, un cerebro,

instinto con inteligencia! O debemos decir que es en sí un

pensamiento, nada más que un pensamiento, y ya no la

sustancia que creíamos.”

Nathaniel Hawthorne (The House of the Seven Gables)

Red peer-to-peer, red de pares, red entre iguales. Es una red de ordenadores en la que todos o algunos aspectos funcionan sin clientes ni servidores fijos, sino una serie de nodos que se comportan como iguales entre sí. Actúan simultáneamente como clientes y servidores respecto a los demás nodos de la red. Las redes P2P permiten el intercambio directo de información, en cualquier formato, entre los ordenadores interconectados. P2P conecta artistas sonoros y visuales para visionar el mundo en el que vivimos actualmente, fusionando el sonido del techno con visuales ilustrativas de lo que es el género techno y lo que hoy en día el mundo nos está diciendo, el significado que le damos a la información que vamos atrapando en velocidades mega-aceleradas que nos van avasallando y que nos van construyendo como sociedad y también distorsionando a la par. P2P habla de una conexión entre iguales, crea redes para transmitir su mensaje. Un mensaje de un mundo distorsionado y efímero, líquido.

Concepto

Actualmente, habitamos un mundo que está en constante movimiento, donde ya no hay nada seguro porque no paramos de movernos. No paramos de buscar estas informaciones, no paramos de llenarnos de información mediante diferentes medios, sobre todo con el paso agigantado de la internet. Y esta información se vuelve infinita y efímera, líquida. Acertada y errónea. Se va distorsionando a medida que va viajando.

Habitamos lugares que terminan siendo inhabitables ya que son lugares de transición. Estamos en un punto de la existencia dónde hasta el habitar se ha vuelto efímero. Efímero nuestro hogar, nuestros vínculos, nuestros cuerpos, efímeras todas las conexiones. Somos parte de una erosión cultural gigantesca, a raíz de los grandes movimientos. Una erosión que culmina en otra creación. Somos la cultura del desgaste, de la destrucción a sabiendas que podemos seguir creando infinitamente. Nos preguntamos hasta cuándo. Cuáles son los límites de la creación y de la evolución humana. ¿Será que estando aprisionados en el tiempo también lo estamos en el movimiento? ¿Será que estamos viviendo muchos tiempos a la vez? Siendo que el tiempo es mero movimiento y con este la tierra: el espacio. Un campo de relaciones, un mundo lleno de multiplicidades rizomáticas que con la gran incrementación de nuevas tecnologías se han extendido mucho más. Los medios se han multiplicado y con ellos nosotros, con ellos los vínculos que vamos entablando. Hoy en día podemos entablar infinitos vínculos en cuestión de segundos y en múltiples espacios a la vez con el uso de internet, podemos llegar a más lugares y por lo tanto convertirnos en más lugares y en más tiempos.

En esa incorporación de los otros en nosotros se da una integración, una fusión de lo externo con lo interno. Una incorporación del pasado y del futuro en el presente que fusiona todo. Estamos constantemente enfrentados a un gran flujo de imágenes que nos envuelven, que nos van calando profundamente hasta la mente, incidiendo en nuestros comportamientos y formas de ser y estar en el mundo. Y este flujo no cesa, sino que, por el contrario, cada vez aumenta más su volumen y su velocidad.

Hemos creado una religión de la tecnología y de la cultura digital, habiendo creado una cultura donde los antiguos ídolos y referentes como tales ya dejaron de existir, sino que la propia tecnología es el ídolo, los propios medios.

Nicole Fiser, Florencia Vázquez, Inés Viega, Julieta Sandobal, María Victoria Pérez Perdomo, Ignacio Ruiz y Gastón Yohane.

*Proyecto seleccionado en el marco de la convocatoria Azotea CCE 2022