Fecha
30 de julio de 2022
Con su germen en Cinemateca cuando comenzaba la década de 1990, la edición inaugural fue en 1992, cuando se llevó a cabo el Primer Festival Internacional de Cine para Niños y Jóvenes Divercine. El nombre se lo puso Eloy Yerle jugando con las palabras “diverso” y “divertido”, dos conceptos que definirían al festival desde sus inicios hasta el presente, tras tres décadas de trayectoria que atravesó dificultades y renacimientos, siempre con el compromiso de proveer a las infancias de cine de calidad de todo el mundo.
Este año inicia una nueva etapa, luego de una edición de transición, el año pasado, en la que Ricardo Casas, el fundador y director que llevó adelante el festival durante todos estos años, le pasó la posta a un grupo de jóvenes vinculados con el audiovisual, que además estuvieron alguna vez entre el público de Divercine. De la mano de Florencia Donagaray, Camila de los Santos, Álvaro Adib y Pablo Maytía, el festival mantiene su esencia y se renueva con la impronta de nuevas miradas, en clave colectiva. Un nuevo Divercine está aterrizando, resumen.
“Lo que mantenemos tiene que ver con el espíritu que Ricardo ha construido a lo largo de estas más de tres décadas: tratar de traer lo mejor en contenido reciente para las infancias. Es una oportunidad de mostrar cosas que usualmente no se ven, que no llegan a la televisión de acá, salvo contados casos, y que tampoco están en plataformas ni en las carteleras de cine. Es una oportunidad, también, de ver cosas de todos los rincones del mundo y distintas formas de cómo se cuenta una historia, pero también de ver cómo ciertos temas pueden ser abordados para las infancias. En ese sentido estamos continuando con esa misión”, dice Donagaray a la diaria.
En cuanto a los aportes que pretenden sumar, menciona el criterio de selección del material, algo que conversaron con Casas en la transición: “Divercine siempre ha privilegiado la calidad artística en las obras para niños y niñas. Si bien nosotros seguimos esa línea, nos interesaba también poner énfasis en los temas y en el ángulo en que estos se abordan. Nos parece importante que el festival refleje temas que sabemos que les están interesando a los niños y niñas hoy en día. Hay una pluralidad de temas que tienen que ver, en definitiva, con considerar a los niños y niñas como seres activos que toman decisiones conscientes sobre las cosas que consumen. Desde ese punto de partida, tratamos de presentar una selección rica y diversa temática y artísticamente para que ellos y ellas puedan disfrutar”.
Por otra parte, señala como prioridad: “Nos parece muy importante hacer un esfuerzo para que niños y niñas se apropien del festival. Hay otros festivales de contenidos infantiles alrededor del mundo que ponen mucho énfasis en el desarrollo de los profesionales que hoy en día producen contenidos para niños y niñas. Aunque esa área es súper valiosa porque permite un intercambio muy interesante de buenas prácticas y de inspiración, etcétera, y nos gustaría poder incorporar eso en los próximos años, nos parece que primero está bueno tratar de seguir profundizando el camino de que Divercine sea un espacio para los niños y niñas. Por eso estamos poniendo todo nuestro esfuerzo en hacer actividades pensadas para ellos y ellas”. En este sentido, De los Santos agrega: “Otra de las cosas que cambian es que la programación, en los dos grupos de niños más chicos –hay tres franjas de edad: de cuatro a seis años, de seis a nueve, y de diez a doce– va a estar en español o sin diálogo. Nos parecía importante que lo puedan disfrutar y comprender; si bien es cierto que hay cosas geniales que quedan afuera, se priorizó este criterio”.
El festival se extenderá desde el 1º al 31 de agosto, con una programación variada que podrá verse en más de 20 funciones en la sala Zitarrosa, ocho en Cinemateca, diez descentralizadas en distintos barrios de Montevideo y otras tantas en el interior, además de talleres de realización audiovisual y charlas para niños y niñas.
Algunas de las actividades a destacar son el taller de creación audiovisual que La Casa del Árbol dará en el club Fraternidad (Heraclio Fajardo 3463) los sábados de agosto de 13.00 a 15.00, el taller de animación en el Centro Cultural de España (CCE) a cargo de los realizadores Alfredo Soderguit y Alejo Schettini, y la ceremonia de clausura, también en el CCE, a puro peludeo con show en vivo de Ruperto Rocanrol, el último sábado de agosto.
Los organizadores destacan que el acceso a bienes culturales es un derecho de la infancia y que es fundamental consolidar espacios para ese 19% de personas menores de 12 años –según el censo de 2011– a las que reivindican como ciudadanos y ciudadanas. “En Uruguay hay más de 20 festivales destinados al público adulto pero sólo uno para el infantil. Creemos que es imperioso trabajar para que las niñas, niños y adolescentes uruguayos puedan disfrutar de uno de sus derechos: el de participar libremente teniendo una vida cultural y artística rica y activa”, manifiestan.
En ese sentido, Donagaray comenta: “Nos interesa mucho contribuir a la conversación pública que se está dando en torno a la importancia de los medios para las infancias, que tiene que ver con demostrar lo valioso y necesario que es poner recursos en generar estos espacios donde se pretenda escuchar lo que niños y niñas tienen para decir y contar, y cómo eso aporta a la sociedad toda. En Uruguay tenemos una gran deuda en este sentido; si nos ponemos a pensar, prácticamente no hay producción nacional de contenidos infantiles o hay muy poquita, no hay espacios establecidos donde se produzca y se distribuya producción nacional infantil, y eso es una lástima porque no les estamos dando espacio a los niños y las niñas uruguayas para expresarse, para escuchar lo que sus pares tienen para decir”.
Entre las actividades se destaca la función apertura, el sábado 6 de agosto a las 16.00 en Cinemateca, con entrada libre, que incluirá varios estrenos de producciones nacionales para el público infantil; se podrá ver algunos capítulos de las series Dos pajaritos, de Alfredo Soderguit y Alejo Schettini; La orquestita, de Juan Carve; El gran Pipí Cucú, de Camila de los Santos y El día que me hice fuerte, de La Casa del Árbol.
Soderguit se muestra satisfecho y expectante ante esta primera exhibición de la premiada Dos pajaritos en Uruguay: “Estamos muy contentos de que se pueda empezar a mostrar acá. Fue una sorpresa enorme tanto lo de Prix Jeunesse como lo de Annecy, que son dos espacios súper importantes de exhibición, y ahora ganamos en Chilemonos el premio a la mejor serie latinoamericana, así que viene con un recorrido súper lindo. Tantas ganas tenemos de que se vea, que los episodios que elegimos para Divercine no son los mismos que los que mostramos en Alemania, ni en Francia ni en Chile. De a poquito, los vamos mostrando todos. Finalmente la distribución se concretó, acabamos de cerrar un acuerdo con una empresa francesa, Autour de Minuit, y ellos van a empezar ahora a moverse por mercados. Es una serie chiquita, así que no solamente estamos buscando distribución en canales de exhibición, sino también la posibilidad de coproducir más episodios para hacerla un poquito más grande”.
Respecto de esta pequeña selección que se podrá ver en Divercine, De los Santos comentó: “Es una forma de visibilizar algo que nos importa mucho, que son los apoyos a la producción audiovisual infantil. Tres de los cuatro contenidos que van a estar ese día existen porque tuvieron el fondo de la Dinatel, del Ministerio de Industria [Energía y Minería], que era específico para la producción de contenidos audiovisuales infantiles. Es muy fácil de ver que mientras estuvo ese fondo hubo un montón de contenidos infantiles y desde que, hace unos años, dejó de existir, bajó muchísimo la producción de este tipo de propuestas. Detrás de un fondo siempre hay una mirada, una intención de que algo suceda y un apoyo que ahora está faltando, y con él le está faltando dónde verse a un sector muy grande de ciudadanos: los niños y las niñas son ciudadanos de nuestro país así como lo somos los adultos, tienen los mismos derechos, entre otros el de verse y sentirse representados. Que haya niños y niñas en pantalla, que puedan ver a un Alfredo Zitarrosa hecho dibujito como aparece en La orquestita, es algo que sucede en tanto los contenidos están hechos para ellos. Entonces, además de celebrar que hay cuatro programas infantiles para estrenar este año, nos parece muy importante visibilizar que es necesario que haya apoyos, y mucho más necesario es entender que los niños y las niñas tienen derecho a tener una vida cultural rica y activa y a expresarse y formarse, y que eso surge, no únicamente pero sí muchas veces, a través de políticas públicas y de apoyos”.
Esta edición de Divercine incluye historias de aventuras y viajes a lugares lejanos, será la oportunidad de conocer otras culturas del continente, además de aproximarse a historias que hablan sobre la imaginación y los sueños, también sobre el bullying, y de ampliar conocimientos sobre animales, la naturaleza y el cuidado del planeta. Aunque las películas seleccionadas provienen de diferentes partes del mundo, como Croacia, España, Alemania, Francia y Reino Unido, por mencionar unos pocos ejemplos, el énfasis está en la producción latinoamericana.
En cuanto a las expectativas, Donagaray destaca que la principal es “que venga la mayor cantidad de niños, niñas y familias a ver las funciones”. “Queremos que se apropien del festival, que vengan a las actividades y a las funciones y se diviertan, que encuentren los contenidos interesantes y relevantes, y solidificar más el posicionamiento de Divercine como un espacio anual donde se ven cosas divertidas e interesantes. Que sea un espacio donde los adultos puedan confiar en que al ir con sus niños allí van a ver cosas de calidad y es un paseo que vale la pena”, detalla. Y De los Santos agrega: “Así como muchos de nosotros, de niños, fuimos a Divercine y tenemos un recuerdo de esas funciones en las que vimos cosas realmente muy distintas de aquellas a las que estábamos acostumbrados, nos interesó, a la hora de armar la programación, que haya cosas muy cercanas a ellos y que estén en su lenguaje cotidiano y que les sean entretenidas, pero también otras que son distintas y tienen que ver con el país de donde vienen o con la historia que cuentan, algo que resulta inspirador y que se recuerda con el paso del tiempo. Es una experiencia muy valiosa y enriquecedora para vivir en la infancia. También queremos que se mantenga ese legado que Ricardo fue construyendo durante muchos años: el de ver cosas que nos sorprendan y conocer otras culturas y otras formas de expresarse”.
Escribe Rosanna Peveroni en Infantiles