Un diálogo con Amanda Berenguer

la exposición en el Centro Cultural de España que sale a Ciudad Vieja

Fecha

16 de agosto de 2023

Querido escucha, soy Amanda. Apenas puedo explicar esto que he hecho. Fue allá por el invierno de 1970 y lo llamé Dicciones. Se que lo hice buscando la insoslayable comunicación como otra manera de arribar al contacto profundo con los demás”. La voz de Amanda Berenguer se reproduce en los auriculares. Como un secreto. Como un acto íntimo entre el oyente y la poetisa. La primera pieza de Dicciones, el disco que grabó sola en su casa y publicó bajo el sello de Ayuí, en el que experimenta con la declamación suena en un rincón de la sala.

La voz de Amanda.

 

Inés Guimaraens

 

La exposición montada en el Centro Cultural de España (CCE) es un homenaje. Una reverencia de la artista argentina María Maggiori al evento cultural que fue la uruguaya Amanda Berenguer. Un encuentro entre la poesía de una de las figuras de la Generación del 45 y el arte contemporáneo. Un diálogo entre dos artistas.

¿Cómo se encontró la artista argentina con las palabras de Amanda Berenguer? El encuentro se dio cuando una amiga la invitó a su casa: el chalet de Mangaripé 1619, donde vivieron Berenguer y el crítico literario José Pedro Díaz. «Me cuenta la historia de la casa y me muestra el libro. Para mí fue maravilloso, fue como encontrar una mirada muy similar y me sentí mirada al mismo tiempo. Era como una sensación muy fuerte».

El libro era Composición del lugar, la obra en la que Berneguer experimenta con la poesía cinética en tres versiones de un mismo poema, que en unaMiguel Ángel Campodónico en 1984 clasificó como la inmediata, luego la abstracta y por último la gráfica.

Pero Maggiori identifica su encuentro con la poetisa antes, de forma inconsciente y emocional, en los atardeceres y los amaneceres del Uruguay.Ella, caminando por la rambla durante la última pandemia y dibujando el amanecer. Amanda, transitando la costa y escribiendo la puesta del sol.

“Amanda está presente en ese recorrido y la observo, incluso antes de conocerla, o de saber que había escrito los poemas sobre los atardeceres en su libro Composición de lugar. Sé que estuvo ahí, que caminó por esas mismas playas, y otras más lejanas, en otro tiempo, con sus totales ojos, y de algún modo su rastro quedó imborrable al avance del agua, al soplo del viento”, describe en el texto de la exposición.

 

Inés Guimaraens

 

Un horizonte sugiere entre la salida y la puesta del sol. En medio, una reversión de los poemas en los dibujos de Maggori. “Reversioné todas sus versiones”, comenta con una sonrisa.

Sobre esa línea se genera un diálogo entre la experiencia de las dos artistas. «A lo que hacía yo en las mañanas con esos dibujos le empecé a incorporar la palabra de la poesía de Amanda. Empecé a desarmarla, desarticularla, fragmentarla, quedarme solo con algunas palabras que me resonaban. La poesía tiene eso de que está vinculada con algo tan maravilloso como la vida misma».

En la pared opuesta se demarca la silueta de Montevideo. El recorrido de la costa sobre el límite de la ciudad se construye día a día: la artista escribirá con fragmentos de la poesía de Berenguer un río en movimiento a lo largo de la exposición. “Siento que hay una anacronía de momentos, de miradas similares de este recorrido de mirar el horizonte, este río, el contacto con ese horizonte en momentos difíciles. Ella también escribe estos momentos difíciles, sus poemas [ndr. se publicaron] en el 76. Me parecía importante no perder de vista ese entorno, ese territorio”.

 

Inés Guimaraens

 

“El proceso fue todo un desafío porque ella me puso como en un borde. En un límite entre curadora y artista en el que jugamos. Y fui permitiéndome licencias intuitivamente, respetuosamente ante todo, porque lo que quiero es homenajearla. Para mí era importante el gesto: sacarla afuera y ver la poesía como un cuerpo vivo, que es lo que ella transmite. Ser el nexo de lo que está ocurriendo», dice mientras recorre el espacio expositivo.

Sacarla a fuera significa ponerla en contacto con la ciudad. Murales, afiches, volantes. La poesía de Amanda Berenguer se desborda de los límites de la sala expositiva hacia la calle, las paredes y el palpitar de un barrio en constante movimiento. Es un gesto: parar a alguien enredado en sus pensamientos y entregarle un poema. Un momento.

“Como su obra es tan dinámica, vital y conectada con la acción yo quería sacarla de un formato de libro y acercarla a la gente: llevar la poesía a la calle, a su ciudad, que se recorra, que se vea, que salga al encuentro de la gente que va por la calle en su vida cotidiana”, sostiene.

 

Sebastián Angiolini / CCE Montevideo

 

Exposición: Amanda
Cuándo: De lunes a viernes entre 11:00 y 19:00. Hasta el 30 de setiembre.
Dónde: Centro Cultural de España, Rincón 629

La investigación la llevó a la Biblioteca Nacional, donde tuvo acceso al acervo de la escritora. Se adentró en sus manuscritos, sus cartas, sus fotografías. Y encontró un vínculo cercano: el que estableció Berenguer al traducir a Emily Dickinson, la poeta norteamericana del siglo XIX. “La sentí próxima. De hecho, Amanda también tiene una situación muy vinculante, una afinidad enorme, con la obra de Emily Dickinson. Lees los textos de ella y dice que entendía a Emily y por eso la podía traducir. Y yo siento un poco de eso, de agarrar su palabra en algún sentido y sacarla a ella porque me parece que es como volverla a la vida”.

“Pasa algo en la lectura: cuando uno lee se apropia de ciertas cosas, te resuenan las palabras. La poesía no es de uno, sino que uno va armando sus propias versiones. Y Amanda juega abre ese juego a un terreno donde uno trata de ir buscando y vinculando palabras”, explica la artista mientras se aproxima a una mesa en la que planteó una intervención en base a El incendio se propaga, en la que cada visitante pueda construir y reconstruir su propio poema.

 

Inés Guimaraens

 

Amanda Berenguer y José Pedro Díaz adquirieron una Minerva y fundaron en 1944 el sello editorial La Galatea, que estuvo estrechamente vinculado a la vida cultural de la Generación del 45.

«Tienen esa labor de imprimir libros y trabajar con los tipos móviles pero ella organiza el espacio del blanco de la hoja. A mí me pasa que dibujo mucho con el blanco, no tanto con el negro, porque me gusta entender ese espacio de lo que no está. Y Amanda en eso, que creo que es lo que hace que su palabra circule y no tenga una sola manera de leerse, también era muy lúdica. Proponía una edición muy progresista, tenía ideas de performance, ella era muy dinámica», dice ahora la artista.

Esa disposición en el espacio es clara en el primer y segundo poniente sobre el mar del lunes 7 de enero de 1974, que reconstruye sobre dos ejes. El poema está ahora sobre la pared del CCE. «Lo intervine únicamente dando la noción de dónde ella gesta esta obra: en la playa. Un poco también por el desafío de dejar un registro, que quede la huella. Tuve la necesidad de ver esto como si fuese algo tan frágil, como una huella y hacerlo en arena».

 

Inés Guimaraens

 

“Me parecía fabulosa la obra de Amanda. De una vitalidad y una visión impresionante”, dice Maggiori. Por ese motivo, durante el año y medio siguiente, planificó el proyecto que presentó a la convocatoria Pimentón del CCE. «No solo era versátil sino que me parece una mujer transgresora. En esa generación, donde todo estaba mucho más regulado. No tenía pudor de pensarse, si bien había un movimiento de poesía cinética, me parecía que ella era muy poderosa».

Detrás de una cortina negra las palabras de Berenguer se mueven como el agua entre las rocas. Una secuencia de seis minutos en la que Maggiori tomó los sonidos de la playa durante su caminata y registró el movimiento del agua y la espuma del río para generar composiciones con palabras que van fluyendo mientras se asocian o se desarman.

«Lo que más me llamó la atención es que ella era toda acción. Por eso tomé el nombre de Amanda, porque me llamó la atención que tenga en su propio nombre ‘ama’, cuando la poesía es un acto de amor; y ‘anda’, que es lo que ella pide: que accionen, que vayan, que caminen, que se muevan», indica la artista.

Hacia el fondo están las Dicciones. Cada poema impreso en la minerva de Caja Baja con tipos móviles como los que usaba La Galatea ante una tríada de auriculares en los que se puede escuchar su voz. La voz de Amanda Berenguer.

“Me dejaba llevar por una necesidad, una exigencia de la letra misma y entraba por una punta del poema y salía por la otra en un estado parecido a una entrega total y segura, sin vacilaciones, de una sola vez y —como ya dije— irrepetible. Sé que la primera audición desconcierta, quizás hasta moleste, pero le pido al escucha que me está oyendo que haga la experiencia, por cierto muy generosa, de escucharlos más de una vez. Muchas gracias”.

 

Entrevista: Carla Colman

Medio: El Observador